Baja el cielo nocturno. Oscurece antes en mis pensamientos. Ni deambulo ni sueño. Persisto ante una insistencia; aguanto como puedo, con energías suficientes. Me distancio. Dura el ruido, continúa el alborozo infame y desfallecen mis horrores. Debo volver a morir. Reinstaurarme en mi monotonía persistentemente dolorosa pero satisfactoria. Mientras, viviré lo que me quede de oscuridad.
MarckoLescano
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Sobre nosotros
Este blog surge con el pretexto de poder satisfacer la necesidad del diálogo entre jóvenes con preocupaciones e intereses similares. Lorca dijo una vez que escribía para no pudrirse por dentro. Nuestro caso carece de tal extremismo, aunque, no obstante, sí hemos percibido por primera vez el canto de la sirena interior que clama hambrienta de poesía. Al igual que Bécquer, salvando las distancias, nuestras palabras se apelotonan caóticas en nuestras estrechas mentes, agitándose, golpeando con rabia, manifestando el afán de escapar de esa isla desierta a la que una mala tempestad las vertió. Con el fin de revivir -o recrear, mejor dicho- algún momento pasado en el jardín de la facultad, en la esquina de un bar o en una estación de metro a medio camino de nuestras casas, decidimos levantar este edificio virtual cuyos ladrillos serán cinematográficos, pictóricos y literarios. No cobramos entrada, no exigimos mayoría de edad, solo esperamos que os perdáis unos instantes en el humo de nuestras palabras. Reseñas, relatos, pensamientos y demás cubrirán las habitaciones del edificio, le darán forma: los muchos, quizás, no te digan nada; los pocos, tal vez, te transmitan algo. En cualquier caso, no estarás solo leyendo, pues una parte de nosotros residirá aquí: encerrada, eterna, fugaz.
Referencia
Aparte de esas mínimas salidas, era tan poco lo que podía hacerse que las horas acababan por superponerse, por ser siempre la misma en el recuerdo; en algún momento el ingeniero pensó en tachar ese día en su agenda y contuvo una risotada, pero más adelante, cuando empezaron los cálculos contradictorios de las monjas, los hombres del Taunus y la muchacha del Dauphine, se vio que hubiera convenido llevar mejor la cuenta. La radios habían suspendido las emisiones, y sólo el viajante del DKW tenía un aparato de ondas cortas que se empeñaba en transmitir noticias bursátiles. Hacia las tres de la madrugada pareció llegarse a un acuerdo tácito para descansar, y hasta el amanecer la columna no se movió. Los muchachos del Simca sacaron unas camas neumáticas y se tendieron al lado del auto; el ingeniero bajó el respaldo de los asientos delanteros del 404 y ofreció las cuchetas a las monjas, que rehusaron; antes de acostarse un rato, el ingeniero pensó en la muchacha del Dauphine, muy quieta contra el volante, y como sin darle importancia le propuso que cambiaran de autos hasta el amanecer; ella se negó, ...
(Julio Cortázar, 1914-1984, La autopista del sur)
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