martes, 19 de enero de 2016

El juego de las vidas

-          ¿Ya no quieres hablar? Perfecto, eso quiere decir que me toca a mí mover ficha. Elijo la de azul. Esta será mi mejor jugada, ya verás: vive aún con sus padres y sueña con ser actriz, pero una actriz de teatro. Al parecer le fascinan las representaciones teatrales. Con respecto a su carácter, te puedo decir que no es nada presumida, es algo desgarbada y bastante dúctil. Aunque no en todos los ámbitos. Al enfrentarse a su madre todo cambia. Alguna cuenta pendiente deben tener, de ahí las continuas protestas y los duros desafíos a su autoridad. Por increíble que parezca, la quiere. Es solo que ella es el impedimento de sus propósitos. De la madre no te puedo decir mucho, pues no la he visto nunca. La chica va alterada, demasiado alterada. No es costumbre en ella. No viene de hacer deporte, eso está claro, porque no lleva ropa deportiva. Su sudor debe ser por otra razón ¿Tú qué opinas? Estás muy callado.
-          A lo mejor tiene calor.
-          No creo que sea eso. A ver, quizá te sea difícil de creer pero ella ha cometido algún tipo de delito. Me gustaría equivocarme, pero no es ningún delito menor.
-          ¿Por qué piensas eso?
-       Tiene la mirada de aquel que se siente culpable. No para de restregarse las manos en los vaqueros, como si se estuviese secando ¿Quién intenta secar repetidas veces aquello que ya está seco? Solo un loco o un asesino.
-          Estás delirando. ¿A quién pudo haber matado?
-          A su madre.
-          Déjalo, esta vez no has jugado bien. Has exagerado mucho las cosas. No has hilado bien la historia.
-          ¡Oye! ¿te ocurre algo?
-          No, es solo que ya no me apetece jugar.

De repente la blancura se apoderó del gesto de Gabriel y solo pronunció tímidas palabras sin darles un final cifrable- No será…
-          -            Sí, ella era…

Algo hizo que la joven se girase y mirase Gabriel, quien estaba solitario en las escaleras de la entrada de una iglesia con la mirada fijada en ella. La muchacha de azul retomó su marcha. Ellos dieron por concluido el juego. Quizás la próxima vez que se vieran podrían acabar esa partida. 

Antonio L. Carrera

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